KC 9/10: Política en Japón

16 11 2011

La política en Japón ha sido siempre bastante convulsa, y no carente de todo tipo de polémicas y tensiones, por no hablar de la corrupción y otros asuntos sucios de los que no se salva ningún país. Señal de ello son los 31 primeros ministros que ha habido en los 64 años de la democracia de posguerra en Japón, en los que pocos han cumplido los 4 años de mandato.

Cuando llegué en Japón a finales de Agosto del 2009 se veía a venir ya el cambio de color en el gobierno, que rompería con la prácticamente ininterrumpida hegemonía de más de 50 años del Partido Liberal Democrático (LDP), y así fue. El Partido Democrático, de perfil menos derechista que su antecesor, se hizo con el poder, y así sigue hoy en día, aunque no se puede decir que les vaya mucho mejor que a sus rivales.

Los temas que se pueden tratar en política son infinitos, y tratándose de Japón todavía hay mucha más chicha de la que tenemos en otros sitios, por lo que para no ponerme en ningún atolladero decidí decantarme por un tema más liviano, el de la propaganda electoral.

Originalmente publicado en Keihan Chronicle el 12 de diciembre del 2009.

Cuando llegué a Japón, el 28 de Agosto, la campaña electoral por las elecciones generales, a dos días vista, estaba en plena marcha. Habían carteles de propaganda en cada esquina, casas particulares con la efigie de su candidato favorito e incluso ruidosas furgonetas recorriendo las calles pregonando las bondades de los candidatos de sus respectivos partidos a todo volumen. Todo ello tenía sentido, ya que no se trataba sólo de unas elecciones generales, ya algo importante por sí mismo, sino que también se trataba de un momento muy delicado para el gobierno, que no pasaba por su mejor época. Como todos sabemos, el resultado no fue menos impresionante.

Pósters de candidatos en Hirakata
Pasaron las semanas y la propaganda, como era de esperar, empezó a desaparecer de los espacios públicos, pero no completamente. Algunas casas y negocios todavía conrervaban en sus muros o ventanas la imágen de su candidato como si el período electoral continuase vigente y, todavía hoy, tres meses después, sodavía siguen ahí. Me sorprendió bastante porque en España es raro ver ese tipo de cosas fuera de los períodos electorales, además de que podría llegar a ser tema de conflicto entre vecinos. Sin embargo, eso parece una práctica corriente en Japón.

Hogar mostrando su afiliación política

Paseando por cualquier zona residencial es fácil hacerse una idea del tipo de gente que vive allí, ya que hay muchos más signos externos de los que podemos ver, por ejemplo, en España. No sólo por los carteles de propaganda electoral, sino también por las placas con el nombre de la familia, los objetos que se dejan fuera (por la falta de espacio), los coches en garajes abiertos, las pegatinas necesarias para poder tener un perro o los buzones de subsripción a periódicos. Estas son algunas de las «etiquetas» a las que el antropólogo T. Bestor se refiere cuando dice que Japón es una sociedad fuertemente etiquetada, de la que es fácil aprender con una observación meticulosa.

Aun usando gruesos cristales opacos en sus ventanas, los hogares japoneses probablemente muestran mucho más de ellos de lo que se podría esperar a primera vista. Esa es su manera de mostrar quiénes son, y el hecho de poder ver símbolos de distintas creencias o tendencias políticas de lado puede ser entendido como una señal de tolerancia. Al fin y al cabo todo el mundo tiene derecho a expresarse y el deber de respetar a los demás. Eso es de lo que trata la convivencia.


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